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[av_heading heading=’Nutritivo parece, sano no es’ tag=’h1′ style=’blockquote modern-quote modern-centered’ size=» subheading_active=» subheading_size=’15’ padding=’10’ color=» custom_font=»][/av_heading]
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Nos los venden como sanos, pero cuando te fijas en el etiquetado descubres que de eso solo tienen el nombre. Las empresas son conscientes de que, hoy en día, muchísima gente quiere cuidarse; y, por ello, sacan versiones ‘saludables’ de sus productos. Sin embargo, son alimentos camuflados que, aunque no son tan nocivos para la salud como su versión original, siguen teniendo una composición que dista mucho de lo que se podría calificar como ‘saludable’. Hoy os traemos algunos de los alimentos saludables, que realmente no lo son, más consumidos por las personas.
[Ya os advertimos de entrada que cuando vayáis al supermercado no os fijéis únicamente en los macronutrientes de los productos, sino, sobre todo, en los ingredientes que componen los mismos]
– Bollería y galletas sin azúcar
Las empresas sustituyen el azúcar (que es el ingrediente que todo el mundo pretende evitar) por edulcorantes. Al ver ‘0% azúcares’ las personas se lanzan a su consumo. Sin embargo, este tipo de productos tienen otros componentes que perjudican nuestra salud. Es el caso de las harinas refinadas y grasas vegetales (como el de palma).
Lo CORRECTO, si os gusta el dulce, es crearos vuestros propios postres. Utilizad los ingredientes saludables que más os gusten y que más se ajusten a vuestras necesidades calóricas.
– Cereales para el desayuno
Que los cereales de marcas comerciales suelen contener muchísimo azúcar es más que obvio. Por ello, cereales como Special K se venden como un alimento que podría incluirse en todo tipo de dietas. Nada más lejos de la realidad. Este tipo de alimentos contienen azúcares simples y jarabes de glucosa, entre otros. De toda la composición del cereal, un 60/70 por ciento puede ser trigo, pero el resto son añadidos. Y vuelven a aparecer harinas refinadas y azúcar.
Si quieres una opción SANA opta por los copos de avena, espelta o quinoa inflada; entre otros.
– Fiambres magros de jamón cocido, pavo y pollo
Pese a que no se puede decir que estos productos son malos, no se puede esperar de ellos todo lo que, a priori, aparentan. El problema radica en el porcentaje de pavo/pollo que contiene el producto final, que en muchos casos no supera el 70%. No es una mala opción cuando quieres ingerir algo rápido, pues suponen un bajo contenido calórico y ofrecen un aporte proteico, pero no es la mejor.
Como ya hemos dicho, hay que fijarse en las etiquetas y mirar los porcentajes que componen el producto.
– Pan integral
Aunque de integral no tenga nada. Mucha gente se decanta por esta opción en los supermercados por el beneficioso aporte de fibra que, supuestamente, supone su ingesta. Al final es una mezcla de harinas refinadas con harinas integrales, sal y azúcares añadidos. La mejor opción es realizarlo en casa. Harina de cereal, agua, un poco de sal, levadura (también semillas si se desea)… y a comer.
Como los productos mencionados hay muchos, #retadores. Que no os engañe la apariencia, fijaos en el etiquetado y, en base a este, decidid.
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