No toda la grasa que tenemos en el cuerpo tiene las mismas características ni el mismo impacto sobre la salud, hay que diferenciar principalmente, grasa periférica y grasa visceral. En este artículo vamos a hablar de la grasa visceral, la cuál se ha visto que tiene mayor incidencia en la salud.
La grasa visceral es la grasa que rodea los órganos internos de la cavidad abdominal. Esta grasa visceral es importante para nuestra salud puesto que está relacionada con enfermedades metabólicas y cardiovasculares, como pueden ser diabetes tipo 2 por resistencia a insulina, hipertensión arterial, aumento de colesterol LDL “malo” y reducción del HDL “bueno”, diversos tipos de cáncer… y también puede provocar otras afecciones como patologías osteoarticulares o problemas respiratorios.
Los depósitos de grasa visceral son más peligrosos que la grasa periférica, esto es debido a su localización y a su cercanía con la vena hepática principal que es la responsable de llevar la sangre al hígado desde los alrededores del intestino. Esto hace que las sustancias excretadas por estos depósitos de grasa, especialmente adipocitos, pasen a la circulación sanguínea y lleguen al hígado donde pueden quedar retenidos y afectar a los niveles sanguíneos de grasa y colesterol.
Tener grasa visceral es completamente normal, pero sus depósitos deben ser bajos. Todos tenemos algo de grasa visceral y esta es necesaria en pequeñas cantidades, el problema es cuando existe más de la que debería. El incremento de estos depósitos grasos se puede deber a varios motivos, pero los principales y sobre los que tenemos poder de actuación son una mala la alimentación y la falta de ejercicio físico. Este aumento de depósitos grasos también está directamente relacionado con las dietas ricas en grasa, los azúcares simples, junto a una vida sedentaria.
Otros factores relacionados directamente con el estilo de vida y modulables son la falta de sueño o el estrés. La edad o los cambios hormonales como la menopausia también son factores importantes en el aumento de su acumulación, de ahí que una buena alimentación sea esencial para prevenir aumentos muy bruscos y que puedan llegar a ser peligrosos.
¿Cómo podemos perder la grasa visceral?
En lo que respecta a aquello que podemos modular, la alimentación tiene el papel más importante, por lo que hay que evitar aquellos alimentos que puedan favorecer su aparición o su aumento, entre ellos encontramos: bebidas azucaradas, bebidas alcohólicas, productos ricos en hidratos de carbono simples y refinados -como la bollería, el azúcar o pan blanco entre otros-, y alimentos con alto contenido graso, especialmente en grasa saturada -como son los alimentos procesados-. Recomendamos dietas con alto contenido en frutas, verduras, carne magra y alimentos de alto contenido en fibra -como cereales integrales-, así como la sustitución de grasas saturadas por grasas insaturadas, como pueden ser los frutos secos o el aceite de oliva.
Los requerimientos dietéticos de cada persona varían considerablemente y un exceso de calorías en la dieta, por muy buenas que sean esas calorías, también tiene un mayor riesgo de generar esa grasa visceral, por lo que lo ideal es consultar a un nutricionista que nos guíe.
Y como última recomendación, además de tener una vida activa, siempre debemos descansar lo suficiente y reducir al máximo el estrés, en la medida de lo posible.